El término Amaxofobia es un intenso temor e incapacidad al conducir un vehículo o simplemente al pensar que tienen que hacerlo.
Generalmente comienza con una aguda crisis de ansiedad mientras se está conduciendo. La intensa sensación de falta de control que esta experiencia negativa provoca, acompañada de una serie de pensamientos catastrofistas sobre lo que podría haber sucedido produce un gran impacto emocional y un fuerte temor ante la posibilidad de que la crisis se repita o se produzca finalmente un accidente de tráfico.
Suelen darse dos maneras de responder a esta circunstancia; o bien restringen las vías por las que circulan o abandonan la conducción, algunos poco a poco y otros de modo radical. Al final el miedo a morir o a provocar la muerte a otros va instalándose en el pensamiento y descubren que dejar de conducir es la solución a su miedo y ansiedad.
¿A quién afecta la Amaxofobia?
Afecta en mayor medida a mujeres (87%) que en hombres (13%). La edad media de aparición del trastorno, también varía en cada sexo, 34 años en mujeres y 37 en hombres (Si bien la dispersión de la muestra es elevada).
Si atendemos al momento de aparición del trastorno, los afectados se agrupan en tres categorías:
- Conductores que no superan los dos primeros años
- Conductores habituales con experiencia
- Conductores que han sufrido una experiencia traumática
¿Existen factores que predisponen a la amaxofobia?
Es evidente que las situaciones que influyen en la aparición de la amaxofobia son comunes a miles de conductores que, aún viviendo las mismas experiencias no desarrollan este miedo. ¿Existe algún factor de vulnerabilidad en los afectados?
- Un estilo de pensamiento rígido, perfeccionista y controlador que les dificulta adaptarse a la situación.
- Un conjunto de creencias, expectativas y actitudes sobre el tráfico que influyen en la manera de percibirlo como una amenaza.
- Una selección errónea de los estímulos relevantes para tomar una decisión adaptada a la exigencia de la situación.
Lo que sugiere que la vulnerabilidad se sustenta en factores psicológicos que “contaminan” la selección e interpretación de estímulos a los que atribuyen una peligrosidad excesiva. Creemos que la alta frecuencia de una baja autoestima, estrés negativo, ansiedad generalizada, fobia social y agorafobia en los afectados constituyan factores de riesgo del miedo a conducir.
Todos ellos predisponen a mantener la creencia de que su capacidad para afrontar las dificultades de tráfico se considera insuficiente, la sensación de amenaza provoca una ansiedad creciente y una búsqueda activa de los posibles peligros que la vía o los otros conductores pueden representar.
Esta alerta continua desemboca en una intensa ansiedad que sólo resuelven mediante una respuesta de escape, de huida. El reforzamiento negativo de esta conducta termina por instaurar la fobia.
¿Cómo se supera la amaxofobia?
Abordar el tratamiento de este trastorno, implica modificar las ideas y pensamientos erróneos que sobre el tráfico y sobre sí mismo posea el afectado, y descondicionar la respuesta de huida ante las diversas situaciones de tráfico.
Para conseguir el primer objetivo la utilización de técnicas de reconstrucción cognitiva son de vital importancia. Pero tan sólo con esta estrategia no se logra suprimir el fuerte condicionamiento emocional asociado al miedo. Por eso, el segundo objetivo se alcanza usando las técnicas de exposición en vivo, de una manera progresiva y guiada.
Cómo en cualquier fobia, la exposición en vivo permite desarrollar experiencias directas de afrontamiento que ayudan a…
- Refutar las expectativas negativas con pruebas de realidad
- Desarrollar autocontrol emocional en la situación problema
- Mejorar las habilidades psicomotrices propias del manejo de vehículos
- Aumentar los recuerdos positivos sobre la capacidad de conducir
¿Qué nos enseña la Amaxofobia?
Además de ser un problema importante para quien lo experimenta, trabajar y analizar este miedo, permite observar los procesos cognitivos y perceptivos implicados en la conducción. Pone de manifiesto la influencia que, las creencias, expectativas y actitudes sobre el tráfico, los vehículos y los conductores ejercen en la selección de estímulos, en la interpretación de los mismos y en la toma de decisiones que adoptan los conductores.
Quizás desde la comprensión de esta influencia podría orientarse la Seguridad Vial a fin de conseguir un tráfico más seguro, responsable y amable; y no sólo incidir en las consecuencias negativas del comportamiento al volante, sino en los patrones cognitivos de los conductores para, de este modo, modificar la cultura automovilística.
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